Rascadores Artesanales para tu Gato

Timmys Cat nace en 2020, en plena pandemia.

Mi nombre es Vicente Pérez, aunque todos me llaman Tito.

El día 15 de marzo de 2020, primer día de confinamiento en España, mi vida dio un giro de 180 grados.

Unas horas antes acababa de mudarme de una ciudad a otra. Alquilé una pequeña habitación de un piso en un edificio sin vecinos. No disponía de nevera, ni televisor, ni sofá y por si fuera poco, tampoco internet.

La casera me había confirmado que al día siguiente traerían los muebles y el resto de cosas que se necesitan en una casa, pero la vida a veces gasta bromas pesadas y a las pocas horas de instalarme, confinaron a todo el país. Nunca vi los muebles.

Me encontré solo, con un colchón sospechoso, un par de tristes sillas y algo parecido a una mesa. Como la situación no era ya lo bastante surrealista, me quedé sin datos en el móvil, en un edificio vacío, sin medios para comunicarme con el resto de la especie humana.

Por supuesto el piso no disponía de terraza, eso hubiera sido ponerme las cosas demasiado fáciles.

En el rellano del edificio había una ventana con rejas de hierro que daban a una terraza. Conforme pasaban los interminables días, la desesperación por salir fuera de esas cuatro paredes empezó a crecer.

En un momento de lucidez pandémica, me propuse desatornillar la reja de la dichosa ventana con un par de tenedores y cucharas. Si habéis visto la película “Cadena perpetua”, la trama se queda corta en comparación con mi historia. Pasé días intentando desatornillar la reja y destrocé a mis únicos compañeros de piso, los tenedores y las cucharas.Estaba a punto de organizarles un funeral y entonces… apareció él.

Timmy el gato:

Estaba tan deprimido y asustado como yo. Tenía hambre y frío. Le cogí y lo llevé a mi habitación.

Su llegada me dio un motivo, una excusa para huir de la situación en la que me encontraba.

En cuanto se pudo salir a comprar, cogí unas cajas de cartón y fabrique para mi amigo una casita, que destruyó en cuestión de minutos. Como soy testarudo, no me di por vencido y empecé a maquinar la idea de construirle un rascador casero, que no requiriese de herramientas. No olvidemos que en mis horas de MacGyver, mientras desmontaba las rejas de la ventana, destrocé mi tenedor y mi cuchara.

Fui a la tienda, compré una fea cuerda de tender la ropa, lo más barato y hortera que me pude permitir y con un tubo que encontré en la calle, fabriqué para mi compañero de piso el primer rascador.

Desde ese momento, agradecido por haberme salvado la vida de alguna manera, dedique horas enteras a perfeccionar rascadores para él, observándole y amoldando cada detalle.

Lo que empezó como una técnica de supervivencia se ha convertido en mi pasión y mi medio de vida.

Por desgracia, Timmy ya no está. Vino para salvarme y se fue de la misma forma. Se llevó con su partida una parte de mí. Perdí mi trabajo, lo que me obligó a retomar este sueño, cumpliendo con la promesa que le hice.

Mi amigo me regaló la enseñanza más importante de mi vida:

Siempre hay una salida, la cuestión es saber encontrarla.